Crónica de un bautizo anunciado

martes, 2 de agosto de 2011

Era una tarde tonta y caliente, en realidad un poco nublada, y el clown club se dirigía hacia una de esas playas del cabo de San Juan, algo apartada, con un marco precioso al lado de la montaña, si hombre si, esa que tienes que bajar pabajo campo a través o dar un rodeo por unos chalés que hay ahí a mano izquierda…. Bueno, la verdad es que no me acuerdo de cómo se llamaba.

Vestuario, maquillaje, nariz, unas velas, algunas algas, florecillas, nervios y un puñado de emociones. Un ejercicio para despertar por parte de Toni y comienza el desfile de bautizos.

Es un bautizo muy especial, porque a diferencia del bautizo convencional, que eres pequeñito y no puedes elegir, en este sí, de hecho eliges tu propio ritual y tus padrinos. También el nombre que quieres ponerte, o modificar, o reafirmar, o que encontrar todavía. Y una historia que contar. La historia de porque tu payaso payasa está aquí y ahora. Y después de esto un regalo que hacer al grupo.

Una canción, poesías, tonterías, improvisaciones y proezas varias que nos regalaban los payasos payasas abriendo en canal su corazón, o por lo menos, poniéndole ganas, que no es poco.

Al principio la energía y el estado clown rebosan por los poros, cada ritual se hace mas emotivo o divertido, pero es difícil mantener este estado durante demasiado tiempo, teniendo en cuenta que, pasada una horilla larga el hambre empezaba a hacer acto de presencia, la luz se iba y todavía quedaban mas de la mitad por bautizar. A pesar de todo se bautizan una tras otro:

Permanente, Pepe, Floripondia, Brujulilla, la Flaca, Trifásico, Orbitolina, Fluvia, Parsimonio, Florisa, Transitoria Mogollón, Odo, Protona, Terranova, Pitiusa, Burbuja, Cristalino, y alguna más, perdón por mi memoria. Ante la atenta mirada de una niña con walki-talki, un matrimonio que estaba por allí, un perro, el mar, un par de fotógrafos y unas murcianas que no sabían muy bien donde iban, pero al final disfrutaron de la experiencia.

Después como es tradición, un banquete con los mejores manjares y los familiares mas allegados. Disfrutando de la compañía, de sus historias de vida, compartiendo la dicha de ser payasos y payasas.

Particularmente, me hace muy feliz ver a este grupo de personas muy diferentes entre sí, trabajando con tanta pasión por una meta tan clara, el clown. Unos con una clara vertiente hacia lo profesional y lo artístico, otros con una más terapéutica y de crecimiento personal a través del clown. En cualquier caso, es para mi una suerte estar cerca del clown club, donde todos pueden aprender mucho de los demás al mismo tiempo que les enseñan algo.

Quique Montoya.

1 comentarios:

trifásico dijo...

Gracias Quique por todo,te queremos muxo maxo.

 
 
 

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